Sabemos que una adecuada colaboración entre familia y centro
escolar produce efectos beneficiosos para los alumnos, no solo en relación al rendimiento
escolar, sino también en factores como el comportamiento, la autoestima o la
motivación para seguir aprendiendo en el futuro. Sin embargo, contamos también
con numerosas evidencias que indican que las familias más vulnerables son las
que tienen mayores dificultades para colaborar con la institución escolar. Sus
experiencias previas, su mayor distancia cultural con la escuela, la
incompatibilidad de horarios, son, entre otros, obstáculos que frenan la
colaboración de estas familias.
Partiendo de lo anterior, se ha llevado a cabo un estudio que
profundiza en las prácticas de colaboración con las familias que llevan a cabo 24
centros educativos ubicados en entornos desaventajados y que, a pesar de los
pronósticos adversos, se caracterizan por obtener un buen rendimiento escolar.
Los resultados muestran que todos ellos comparten una serie de rasgos en
relación a esta cuestión: tienen una visión amplia de la colaboración, realizan
esfuerzos deliberados y permanentes para conseguirla, se adaptan a las
especiales dificultades que tienen los padres y madres de sus alumnos y
cooperan con las instituciones de su entorno.
Las prácticas de colaboración con las familias que llevan a
cabo estas escuelas contribuyen a explicar, al menos parcialmente, el éxito que
alcanzan. Sin embargo, lo más importante es que se trata de estrategias que
pueden ser aplicadas por otros centros escolares, abriendo un camino para
conseguir mejores resultados entre los estudiantes que se encuentran en
situación de desventaja.
Egido
Gálvez, I. y Bertrán Tarrés, M. (2017). Prácticas de colaboración
familia-escuela en centros de éxito de entornos desfavorecidos. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria,
29, 97-110. DOI: 10. SE7179/PSRI_2017.29.07
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