miércoles, 19 de marzo de 2014

"Porque nació mujer", una creación literaria en el mes en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer

En la entrada de hoy, con ocasión de la publicación del número 23 de "Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria" dedicado a la "Educación Social y Género" y en el mes en el que se celebra el Día Internacional de la Mujer, una efeméride para celebrar y reivindicar por la igualdad entre tod@as, publicamos una sugerente creación literaria de Sandra Mirella Martínez Chacón sobre la figura de la mujer a lo largo de la historia... "Porque nació mujer".


PORQUE NACIÓ MUJER



Autora: Sandra Mirella Martínez Chacón


Porque nació mujer, la vida le negó el derecho de ser la creadora de la cultura de la humanidad; porque nació mujer, el lenguaje la negó tras las sombras del sentido genérico de lo masculino; porque nació mujer, se le negó a asistir en la construcción de la ciencia, formada durante siglos; porque nació mujer, se le ocultó tras el mechero de una estufa y se le cubrió el rostro con lienzos de amargura, de lágrimas incesantemente derramadas, de odio guardado, reprimido, que cinceló sus piernas y brazos tras las ventanas de una casa, donde ha permanecido durante siglos. Las paredes se fundieron con el luto interminable de su alma y su inteligencia negada.

La naturaleza le confirió, sí, el privilegio de ser madre, pero aún allí, entre el divino tesoro de un hijo, se convirtió en esclava.

Porque nació mujer, con el estigma de la debilidad, se canceló su fuerza que se convirtió en coraje avasallante.

Se tiño su figura con colores rosas, pálidos, escasos, y su conversación se redujo a los acontecimientos de las labores domésticas, a las pláticas de café, de dietas, a los temas de amor, a la figura ligth, somera, desapercibida.

Porque nació mujer, su cuerpo se convirtió en santuario oculto, intocable, reprimido, negándole la libertad, esa, la inalienable de todo ser humano.

Se le negó, no en siglos, en milenios, el derecho casi sagrado de estudiar, de asistir, o compartir las ramas de la ciencia en las universidades dónde el saber se acumulaba, privativo del género masculino. Ellos, que construyeron el saber, vieron pasar por esos espacios, a muy pocas, poquísimas mujeres, vistas como extrañas, como seres de otro mundo.

Porque nació mujer, pequeña, suave, frágil, se le creyó tan débil, tan fácil de oprimir, de sujetar, de maltratar.

Se le ha exigido el papel de cuidar del hogar y de los hijos, haciéndole sentir un tremendo, aberrante complejo de culpa, en caso de descuidar la tarea impuesta.

“Tareas propias de su género”, les ha llamado la cultura heredada, la tradición cincelada en las conciencias, que ha llegado a transformarse en algo real, implacable.

Porque nació mujer, brillante, viva, algunos estilos literarios las satanizaron como la malvada de todos los tiempos, como la intrigante de la historia, como la Eva, la Malinche, la Magdalena, Helena de Troya, Lady Macbeth, y muchas otras.

Porque nació mujer, inteligente, aguda, comprendió lo injusto del destino y se transformó en elemento vital de la cultura y el desarrollo de los pueblos.

Por ello, un día salió de las sombras, ella, ha luchado mil batallas y ha buscado incesantemente ese lugar que la convierta en un algo visible, en un ser simplemente; no la sombra de otro, no el apoyo, no más la reina del hogar, no más la muñeca que adorna, la nana, o su propia conciencia, reproductora de tiranos.

Ella, crece día con día, su presencia desborda en todos los ámbitos del espacio vital.

Simplemente, ella. Ocupando un lugar en el universo de seres que sufren, que trabajan, que sueñan.

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